Caimán aguja, entre la preservación y el consumo

Por casi 50 años estuvo prohibida en Colombia la comercialización de piel de este reptil, ahora será permitido, el reto, hacerlo de  forma sostenible.

Por casi 50 años estuvo prohibida en Colombia la comercialización de piel de este reptil, ahora será permitido, el reto, hacerlo de  forma sostenible.

De cazadores a custodios

En el pasado, los habitantes de Cispatá llevaron esta especie al borde de la extinción por la caza indiscriminada. Dos décadas después custodian su preservación.

El caimán aguja, una especie reptil muy apetecible en el mercado internacional: la textura maciza pero al mismo tiempo suave de su piel y su color intenso hacen de esta una especie codiciada por quienes trabajan en marroquinería de lujo. Su carne también es de agrado de excéntricos alrededor del mundo.

El crocodylus acutus, nombre científico de este caimán, se mantiene como una especie en peligro de extinción en muchos lugares del mundo donde habitan como el Mar Caribe, el golfo de México y la costa del océano Pacífico, por lo que está prohibida su caza.

Sin embargo, hay un rincón de Colombia donde a finales de 2018 se levantó la veda que prohíbe su comercialización y es en la Bahía de Cispatá y los manglares de Tinajones y La Balsa, en el municipio de San Antero, Córdoba, cuna de esta especie y donde desde hace más de dos décadas se ha trabajado en un proyecto para su preservación y conservación de la mano de los biólogos Giovanni Ulloa y Clara Sierra y de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS).

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Justamente ese trabajo continuo para estabilizar la población entre estas comunidades que antes eran cazadores despiadados del caimán aguja y la CVS, es la que hoy ha permitido que la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible levantara la restricción de la veda de 1969 con el aval internacional de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites).

Antes, en la Cites de 2016 se decidió que el Crocodylus Acutus, pasara de Apéndice I al II, lo que permite la comercialización controlada y vigilada de sus pieles.

El caimán aguja, una especie reptil muy apetecible en el mercado internacional: la textura maciza pero al mismo tiempo suave de su piel y su color intenso hacen de esta una especie codiciada por quienes trabajan en marroquinería de lujo. Su carne también es de agrado de excéntricos alrededor del mundo.

El crocodylus acutus, nombre científico de este caimán, se mantiene como una especie en peligro de extinción en muchos lugares del mundo donde habitan como el Mar Caribe, el golfo de México y la costa del océano Pacífico, por lo que está prohibida su caza.

Sin embargo, hay un rincón de Colombia donde a finales de 2018 se levantó la veda que prohíbe su comercialización y es en la Bahía de Cispatá y los manglares de Tinajones y La Balsa, en el municipio de San Antero, Córdoba, cuna de esta especie y donde desde hace más de dos décadas se ha trabajado en un proyecto para su preservación y conservación de la mano de los biólogos Giovanni Ulloa y Clara Sierra y de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS).

Justamente ese trabajo continuo para estabilizar la población entre estas comunidades que antes eran cazadores despiadados del caimán aguja y la CVS, es la que hoy ha permitido que la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible levantara la restricción de la veda de 1969 con el aval internacional de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites).

Antes, en la Cites de 2016 se decidió que el Crocodylus Acutus, pasara de Apéndice I al II, lo que permite la comercialización controlada y vigilada de sus pieles.

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Ambientalistas rechazan la medida

La medida no ha sido del agrado de muchos animalistas y conservacionistas, quienes consideran que representa un atraso y un arma de doble filo para la preservación del caimán ‘caretabla’.

Desde la mirada de los expertos, el levantamiento de la veda es necesario, incluso el aprovechamiento parcial de la especie fue uno de los acuerdos con las comunidades cuando inició el proyecto en el que también han participado expertos del Instituto Alexander Von Humboldt.

Quienes se dedicaban a la caza del caimán y a su comercialización ilegal hoy son los custodios de la especie a través de Asocaimán y saben cómo hacer el uso sostenible de la especie.

Desde que se fundó Asocaimán, en 2002, han sido liberados más de siete mil caimanes en el Distrito de Manejo Integrado (DMI) de Cispatá. Según un censo realizado entre 1994 y 1997, en la Bahía de Cispatá solo había seis ejemplares de caimán aguja. La recuperación del equilibrio de la especie, que garantiza su existencia a largo plazo, ha sido elogiada por el ojo internacional y por ello el visto bueno de la Cites.

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Se trata entonces de un aprovechamiento parcial y futuro de los huevos del caimán aguja, que solo se podrá realizar entre enero y abril en zonas georreferenciadas, con previa autorización, para después pasar un proceso de incubación artificial, de crecimiento monitoreado y luego, tras superar la etapa de neonatos, una parte sea liberada para la repoblación en el ecosistema y otra aprovechada. Un proceso que debe cumplir otros requisitos para ejecutarse.

El más importante es quizás el estudio poblacional y genético que demanda la Corporación CVS para darle viabilidad a la resolución de MinAmbiente.

Este estudio técnico determinará la población actual del caimán aguja en Cispatá, su estado genético, cómo se están reproduciendo y las directrices para la elaboración del Plan de Manejo y su futuro aprovechamiento.

Los expertos aseguran que este proceso requerirá unos tres o cuatro años de investigación. Para el estudio se necesita una inversión superior a los $3.000 millones de pesos, por lo que desde la CVS solicitan el apoyo financiero de MinAmbiente.

Se trata entonces de un aprovechamiento parcial y futuro de los huevos del caimán aguja, que solo se podrá realizar entre enero y abril en zonas georreferenciadas, con previa autorización, para después pasar un proceso de incubación artificial, de crecimiento monitoreado y luego, tras superar la etapa de neonatos, una parte sea liberada para la repoblación en el ecosistema y otra aprovechada. Un proceso que debe cumplir otros requisitos para ejecutarse.

El más importante es quizás el estudio poblacional y genético que demanda la Corporación CVS para darle viabilidad a la resolución de MinAmbiente.

Este estudio técnico determinará la población actual del caimán aguja en Cispatá, su estado genético, cómo se están reproduciendo y las directrices para la elaboración del Plan de Manejo y su futuro aprovechamiento.

Los expertos aseguran que este proceso requerirá unos tres o cuatro años de investigación. Para el estudio se necesita una inversión superior a los $3.000 millones de pesos, por lo que desde la CVS solicitan el apoyo financiero de MinAmbiente.

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Galería

Crocodylus acutus

La longitud total de los adultos es de unos 5 m y su peso medio es de 500 kg, siendo el segundo cocodrilo de América en tamaño, solo después del cocodrilo del Orinoco

Reproducción

La reproducción es estacional y tras el apareamiento cada hembra suele poner una media de 39 huevos, a veces en nidos compartidos.

Población

Desde el 2002, han sido liberados más de siete mil caimanes en el Distrito de Manejo Integrado (DMI) de Cispatá.

Ejemplares existentes

Estudio que determinará población actual del caimán de aguja en Córdoba, costará más de $3.000 millones de pesos.

El reto

Por 50 años estuvo prohibida en Colombia la comercialización de piel y carne de este reptil, ahora será permitido, el reto, hacerlo de una forma sostenible.

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